Pandemia, niñez y capital humano
“Pandemia, niñez y capital humano” es el título del reporte que publicó recientemente Ana Balsa, profesora e investigadora de la Facultad de Ciencias Empresariales y Economía (FCEE) de la UM y en su Unidad de Maestrías y Posgrados en Economía (UMPE). En el informe, la también editora del Journal of Health Economics presenta una revisión de estudios de autores uruguayos dirigidos a entender el impacto del contexto socio-sanitario a raíz de la pandemia y eventuales medidas de mitigación a los problemas generados en el capital humano del país. Un artículo de Alejandro Cid en El País presenta los datos recabados.
En relación a los embarazos y resultados perinatales, los resultados recabados muestran deterioros en todos los indicadores analizados: la tasa de prematurez aumenta hasta alcanzar casi un 15%; el bajo peso al nacer pasa del 10% al 12% de los partos, y el tamaño pequeño para la edad gestacional sube del 5% al 7%. Entre las posibles explicaciones de este deterioro, se cita el estrés asociado al contexto de pandemia, retrasos en la atención en servicios de salud, dificultad de desplazarse hacia el hospital por temor al contagio, y las mayores cargas de tareas del hogar y del cuidado de los miembros de la familia.
El reporte también refleja los impactos negativos de la pandemia en los hogares en relación al ánimo de los padres, comportamientos problemáticos de los niños (dificultad para dormir, pérdida de apetito, accidentes caseros) y dificultades para conciliar las exigencias del trabajo y la familia. Asimismo, gran cantidad de los hogares —dos de cada tres familias— reportan haber sufrido shocks negativos sobre su situación económica (deudas, descenso de ingresos, desempleo).
En relación al proceso educativo, los autores encuentran un deterioro en el desarrollo cognitivo y motor en los niños que cursaron educación inicial durante la pandemia. También presentan efectos negativos en la disposición para el aprendizaje y en el comportamiento socio-emocional.
La virtualidad produjo consecuencias vinculadas a la disparidad en el acceso a las plataformas digitales y el entorno material para el aprendizaje, y diferencias en el apoyo que las familias pueden realmente dar a sus hijos. Otros trabajos citados también destacan las tensiones en el plano laboral, pedagógico y tecnológico que terminaron impactando negativamente en la salud ocupacional y estrés docente.
Balsa incluye en su sistematización de evidencia una encuesta realizada a docentes de ANEP. El documento revela que una proporción importante de estudiantes de todos los ciclos no logró mantener un contacto asiduo con el sistema educativo. La mayor desvinculación al sistema de educación formal la sufrieron los estudiantes de los hogares más pobres de Uruguay. Y la tasa de repetición se ubicó en 4,7%. Esta tasa representa un quiebre en la tendencia descendente de largo plazo que venía mostrando. Y la repetición es 2 veces y media mayor para las escuelas de contextos más pobres.
“La pandemia contribuyó a generar ambientes de crianza menos seguros, menos estimulantes y menos proclives al aprendizaje, con más problemas de salud mental en sus referentes y mayores barreras de relacionamiento”, concluye Balsa.