Ignacio González

Ignacio González

“La música y el periodismo se conectan en un mismo pilar: contar historias. Esa es mi pasión”. Con esas palabras explicó el alumni FCOM Ignacio González el motor de su carrera profesional. En una trayectoria en ascenso en el mundo de la música, estrenó recientemente su disco debut, Illegal Grooves, de manera independiente. Cuenta con la colaboración de músicos icónicos internacionales como Terence Blanchard y John Patitucci, y artistas uruguayos como Ruben Rada y Hugo Fattoruso, entre otros. 

Llegó a la Facultad de Comunicación en 2005 y agradece, de esos años, la “pasión por literatura y la invitación a emprender”. Luego de la universidad, jugó un rol protagónico en las organizaciones Techo y Socialab. A ese período siguieron los estudios en Berklee College of Music en Boston, donde comenzó su carrera profesional en la música como compositor y artista. 

En 2016 comenzó una startup llamada U-Lab, en conjunto con la cadena de medios Univisión. En este emprendimiento, el alumni FCOM es el productor y director estratégico de varios proyectos, que incluyen artistas emergentes internacionales y de Estados Unidos. Se enfoca en el desarrollo de contenido digital y produce documentales sobre música. Su último trabajo es un documental sobre la nueva generación de músicos cubanos. Se realizó en enero de 2017 y está buscando su lugar en diferentes festivales. El año que viene se difundirá en televisión a través de Univisión. 

En tu web personal contás que el proyecto U-Lab surgió porque, mientras finalizabas tus estudios en Berklee, veías la necesidad de conectar los dos mundos que te apasionan: la música y el periodismo. ¿Cómo te ayudó la Facultad de Comunicación de la UM a forjar —o reafirmar— tu vocación profesional como periodista? 

La música y el periodismo se conectan en un mismo pilar: contar historias. Ahí está mi pasión. U-Lab es justamente eso: una plataforma de storytelling, que une música y periodismo. Contamos las historias de los músicos emergentes, que actualmente producen contenido desde su “home studio” con más creatividad que recursos. Esta generación está revolucionando la industria y, gracias al Internet y las plataformas de streaming, pueden compartir su contenido a todo el mundo. El desafío es cómo amplificar este fenómeno y hacerlo rentable para los creadores. En algunos casos me toca desarrollar la planificación periodística de un documental, y en otros me toca producir una canción con una cantante. A veces me pongo el sombrero de comunicador y a veces el de músico. Me encanta.  

El principal aporte de la Facultad de Comunicación en este sentido fue la pasión por la literatura y la invitación a emprender. En estos dos elementos fue central la inspiración de Josean Pérez Aguirre —que nos abrió las puertas de la lectura y la escritura—, y el de Eileen Hudson, que nos invitó a cambiar las reglas de juego y asumir un rol de liderazgo. 

Cofundaste las operaciones de Techo en EEUU y, luego, Socialab. En tu biografía contás que esas experiencias te llevaron a conocer dos extremos de la sociedad: a los que viven sin lo más necesario y a los que toman las decisiones que modelan las estructuras sociales de América Latina. Como ejemplo, en una entrevista decís que un día pasaste de estar en el piso 52 de Wall Street firmando un acuerdo por una donación de un millón de dólares, a tener que ir al día siguiente a un barrio pobre de México “donde la gente cuando te habla no te mira a la cara”. En tu camino en la música cofundaste U-Lab, que busca potenciar a artistas latinos con talento, que muchas veces terminan dándose por vencidos al no saber por dónde empezar su carrera. ¿Cómo influyeron estas las organizaciones en tu proyección profesional con respecto a este interés por los problemas sociales? 

Techo fue una escuela en múltiples aspectos. Una etapa muy intensa y profunda, donde descubrí aspectos esenciales vinculados a la justicia y la injusticia, a los límites del ser humano, a la creatividad y la innovación en situaciones extremas, al amor al prójimo y a arriesgarse por lo que nos apasiona. Todas estas cuestiones y muchas otras más siguen presentes en mí, y guardo esos años y las personas que conocí como un tesoro que siempre me acompaña. 

Con poco más de 30 años, tu biografía muestra un recorrido marcado por la iniciativa y el afán de superación, salteando obstáculos y buscando oportunidades —como la vez que pediste al pianista Gustavo Casenave, después de una charla TED, tener clases con él— con los ojos claros en la meta. Ganaste los premios Wayne Shorter Award y el Jazz Education Award, entre otros, y Poder Magazine te incluyó en su lista “Top 20 under 40” de látinos jóvenes con influencia en EEUU. En este trayecto, tu camino profesional ha incluido decisiones que se escapan de lo “seguro”, desde el punto de vista laboral, como comenzar Techo y SociaLab y dedicarte a la música. Muchos universitarios, entre ellos alumnos de la UM, se plantean emprender sabiendo que implica ciertos riesgos. ¿Qué te parece importante a la hora de tomar esta decisión? ¿Qué te movió a seguir este camino y a superar los desafíos? 

Suena a lugar común, pero es cierto: lo importante es seguir la pasión. Sin embargo, en un contexto de hyper información y de exaltación del éxito en las redes sociales, miramos más para afuera y menos para adentro. Eso hace que el camino para encontrar nuestra pasión se vuelva más confuso. ¿Qué es eso que nos hace felices, que nos realiza como seres humanos? ¿Para qué y para quién hago lo que hago? Es importante revisar esas preguntas con sinceridad, y no detenerse tanto tiempo en el “cómo”. Si uno está convencido de lo que está haciendo, la gente te va a seguir.  

Nota realizada en 2017.