“El techo lo pone uno. Si tenés un objetivo, tenés que luchar por él”
En una oficina de la Facultad de Ciencias Empresariales y Economía (FCEE) se encuentra Claudio Baz (el de la derecha en la foto). Detrás de un escritorio y con una gran sonrisa comienza a contar su historia. Se remonta al final del liceo, cuando tuvo que elegir la carrera. Le gustaban varias profesiones: Arquitectura, Química Farmacéutica, Ingeniería Química, Economía, Contador. Contó que hizo una proyección: “De acá a cinco o diez años, ¿dónde me veo?”. Se dio cuenta de que quería fundar su propia empresa, o trabajar en una. Y pensó: “Cada empresa necesita un Contador”.
Escuchó hablar de la UM a través del certamen Formando Emprendedores. Participó y descubrió que la Universidad fomentaba la actividad emprendedora. Sin embargo, decidió conocer antes otros lugares. «En el momento en que pisé la UM para preguntar por la carrera dije: “Acá quiero venir, acá quiero quedarme”. Todo lo anterior fue un razonamiento lógico de lo que quería hacer y esto fue más una corazonada. Vi que las personas eran muy amables y me encantó el ambiente». Averiguó por la carrera de Contador Público. “Postulé a una beca y, gracias a eso, ahora estoy estudiando”. En este momento cursa el 4º año de la carrera. Además, en 2018 comenzó el Diploma en Data Analisys y en 2019 el Diploma en Comunicación y Liderazgo.
El año pasado, aplicó para el programa University Innovation Fellow de la Universidad de Stanford, impulsado en la UM por Initium. Antes viajar, él y los otros estudiantes seleccionados para el programa propusieron un proyecto para el diseño de la cantina, que luego se concretó. Sobre esto, explicó que gracias a la metodología de Design Thinking analizaron cuál era el “problema raíz” de la distribución del espacio y horarios de la cantina. Explicó que a veces se ve solo el tallo, pero, al ir a la raíz, se descubre qué es lo necesario. “Eso te da otras perspectivas de cómo encarar un problema y buscar soluciones. Es pensar fuera de la caja”, aseguró.
Indicó que la experiencia en Stanford fue “alucinante”. Al mismo tiempo, su sueño siempre había sido estudiar en Europa y un día le llegó un mail de la Dirección de Relaciones Internacionales para una beca que otorgaba una universidad de Suiza. Sus opciones siempre habían sido otros países, como Reino Unido o España, pero esta oportunidad le abrió un nuevo horizonte. Al igual que para Stanford, le pedían nivel de First Certificate in English, ya que los cursos se dictan en inglés. Aunque no lo tiene, no le pareció impedimento. “Siempre digo que el techo se lo pone uno. Si tenés un objetivo, tenés que luchar por eso”, dijo.
Decidió aplicar y ganó la beca. Viajó a la ciudad de Basel el 26 de marzo de este año junto a otros dos uruguayos. “La experiencia la puedo resumir en una palabra: increíble”. Al igual que le había pasado en EEUU, al principio escuchar inglés todo el día le pareció un “choque”, pero a los pocos días ya estaba “inmerso” en el idioma e incluso pensaba en inglés. “Ahora recomiendo a los de 1º año de carrera de la UM que tomen cursos en inglés, porque les abre la cabeza”, explicó, en referencia a las materias específicas que ofrece FCEE en inglés. Además, en Suiza tomó un curso del idioma local, alemán suizo, para poder moverse por la ciudad.
FHNW University of Applied Sciences and Arts se encuentra en la frontera de tres países: Suiza, Francia y Alemania. En su clase había estudiantes de esas tres naciones, de otros países occidentales y asiáticos. Destacó el intercambio cultural y conocer a personas de lugares tan diferente a Uruguay. Cursó asignaturas del programa “International Business”. “Me di cuenta de que el nivel que tiene la UM es excelente. Parece repetida la frase, pero es tal cual”, afirmó.
Contó que el intercambio lo ayudó a “crecer personalmente” en el sentido de lograr más independencia, desde cocinar hasta relacionarse con personas nuevas todo el tiempo. Compartió un apartamento con un chico de Reino Unido que vivía en Suiza desde hacía trece años. Detectó que su personalidad ya era bastante suiza, en el sentido de que era exigente en la forma de hacer algunas cosas. En vez de ver un impedimento en esto para la convivencia, pensó: “Si tengo que vivir la experiencia, la voy a vivir al máximo, voy a vivir todo como un suizo”.
Además del orden y la eficiencia, le sorprendió ver que, por ejemplo, el boleto del transporte público se compraba en la parada y luego nadie lo controlaba. «Es una mentalidad muy linda. Confían en la población y la gente lo pagaba. Uno piensa: “Qué bueno sería que Uruguay tuviera esa mentalidad”». También comprobó que esa eficiencia, llevada al extremo, los hace a veces inflexibles. Relató con humor que, un día que un tren llegaba con tres minutos de retraso, todos los que lo esperaban se quejaban enojados en la estación. “Tres minutos para mí no era nada, a veces en Montevideo espero media hora el ómnibus”, dijo entre risas. Agregó que en Suiza aprendió a vivir la puntualidad. Regresó a Uruguay el 1º de agosto.
Sobre planes a futuro, menciona dos. En primer lugar, durante el intercambio vio las posibilidades de posgrados en Suiza y le gustaría aplicar a uno. Como plan B, planea detectar un problema, hacer una investigación de mercado y comenzar una startup. “Diría mi abuela: siempre hay que tener hasta un plan Z”.
Sobre el final de la entrevista, quiere animar a otros estudiantes a volar alto y no rendirse ante las dificultades. Aunque la beca de la universidad suiza financió parte de sus estudios, tuvo que juntar el dinero para el pasaje en avión y otros gastos. Para eso, antes de volar comenzó a trabajar en la UM y tenía además otro empleo. En total, diez horas de trabajo diario: “Me gustaría decirles a los jóvenes que no se vean impedidos por un tema económico. Siempre se sale adelante. Si tu sueño es hacer un intercambio, se consiguen los medios. Yo los tuve que conseguir, a veces se necesita esfuerzo”.