Alumni FCOM documentó a científicos en el viaje homenaje a Charles Darwin
Sharon Ettinger es alumni de la Facultad de Comunicación de la UM y fue seleccionada para participar en Darwin 200, una iniciativa preparada durante diez años, que consiste en un viaje siguiendo la ruta y el legado del científico inglés. Colaboraron jóvenes científicos que realizan proyectos de investigación y conservación, y camarógrafos y videógrafos que ayudan a que esas propuestas se conviertan en documentales para divulgación.
Ettinger se sumó como realizadora audiovisual durante la parada del barco Oosterschelde en Uruguay. Acompañó a un científico de EEUU y documentó el trabajo de una organización local que preserva a tiburones y rayas.
Después fue invitada a incorporarse a la tripulación del barco y pudo llegar hasta las Islas Falklands.
De los desafíos de producir videos en tiempo récord a las tormentas y mareos en el océano, pasando por la convivencia internacional, habla en esa entrevista.
¿Cómo llegaste al proyecto Darwin?
Una amiga me envió un mensaje con una captura de un correo en el que aparecía la propuesta. Me preguntó si me interesaba, estaban buscando un operador de cámara para un proyecto en Punta del Este. Leí el mail por arriba y le dije que sí, pensaba que tenía muy pocas chances de que me contactaran. Pero unas horas más tarde me llegó un mensaje de una chica llamada Seahui, que quería saber más sobre mí y y los proyectos en los que había participado.
Estaba demasiado nerviosa porque de pronto me enfrentaba a una realidad muy posible y no sabía qué hacer. Todo se estaba dando muy rápido, el proyecto empezaba tres o cuatro días después.
¿Qué es Proyecto Darwin?
Es una iniciativa de conservación y expedición que se viene desarrollando y gestionando desde hace diez años desde el Reino Unido. Consiste en un viaje alrededor del mundo siguiendo la ruta del evolucionista Charles Darwin —quien lo hizo a bordo del HIMS Beagle— hace casi dos siglos. Esto se hace en un velero construido en 1918 y nombrado Oosterschelde.
El proyecto tiene dos caras: por un lado, la navegación entre puerto y puerto con turistas que se suben a bordo, la tripulación del Oosterschelde y los miembros fijos de Darwin200. Por otro lado, al arribar a un puerto, llegan los Darwin Leaders, que son jóvenes apasionados por la conservación que buscan desarrollar sus habilidades y adquirir experiencia práctica, y los operadores de cámara. Se ponen en contacto con organizaciones sin fines de lucro locales que se dedican a la conservación de especies o plantas -como tiburones, tortugas, pastizales, vegetación marina, playas, por ejemplo- para realizar sus proyectos. Tienen una semana para investigar y hacer tres ensayos escritos, tres ensayos fotográficos y tres videos documentales (a cargo del operador de cámara) respondiendo a tres objetivos: explorar los cambios desde el punto de visita de Darwin; evaluar si el trabajo actual de conservación es efectivo para salvaguardar el animal o planta; y sugerir propuestas para hacer más en materia de conservación.
En Uruguay hubo ocho proyectos, por lo que vinieron a ocho Darwin Leaders y otros tantos operadores de cámara de todas partes del mundo: Francia, Estados Unidos, Holanda, Guatemala, Chile, Uruguay, Canadá, España, Austria, Brasil y más. En mi caso, me propusieron participar en una investigación sobre el estado de los tiburones y las rayas en Uruguay. Trabajé con un joven americano, Gabriel Mirman, y nos ayudó la organización Mar Azul Uruguayo, que se dedica especialmente a estas especies. Nos fuimos a Punta del Diablo y La Paloma a entrevistar pescadores artesanales, expertos, científicos, chefs y gerentes de restaurantes y puestos de comida. Tuvimos cuatro días para grabar y, en mi caso, editar uno de los tres videos documentales.
¿Por qué aceptaste la propuesta?
Desde que me enteré del proyecto me encantó la propuesta y el objetivo por el que luchan. Me pareció desafiante a nivel profesional: tener que grabar y editar en tan pocos días y, a su vez, que esté vinculado a la conservación, algo con lo que no tuve contacto antes de esta experiencia.
Además, me parece alucinante que estén viajando durante dos años alrededor del mundo en un barco que tiene más de 100 años y es una mezcla entre lo antiguo “vintage” y las mejoras modernas, como por ejemplo los baños. Tener la posibilidad de entrar al barco por dentro y “vivir la experiencia”. Durante mi estadía en Punta del Este el barco estaba en el puerto. Pero unas semanas después tuve la oportunidad de navegar en ese mismo barco desde Puerto Madryn (Chubut, Argentina) hasta las Falkland Islands (Islas Malvinas) y fue una experiencia totalmente distinta. Fueron 18 días de navegación, entre los que hubo seis jornadas especialmente duras: atravesamos aguas tumultuosas, había olas que superaban los seis o siete metros de altura y teníamos que hacer guardias las 24 horas del día (con la tripulación dividida en grupos para cubrir las horas). Esos días me sentí mal, con mareos por el movimiento. Al llegar, conocimos tres islas (Weddell, Saunders y Cascass) antes de fondear en la capital, Stanley, una de las dos islas principales. Conocí y vi por primera vez un montón de especies de aves que no sabía ni que existían, así como delfines, pingüinos, elefantes marinos y más.
¿Había más uruguayos?
En la semana de Punta del Este estaba Miguel, otro operador de cámara uruguayo, que se dedicó a estudiar el Sapito Darwin. En el viaje de Argentina a Falkland Islands estaba a bordo otro uruguayo, Pablo Quezada, vicepresidente de Urumepa, una organización de concientización en el cuidado del medio ambiente marino, y quien trabajó varios años en la Armada Nacional de Uruguay.
¿Sentías que tenías las herramientas necesarias para desempeñar este rol? ¿Crees que la UM te preparó para enfrentar este tipo de desafíos?
Fue una locura completamente y con tiempos demasiado desafiantes. Siendo muy honesta, estaba nerviosa, sentía la presión de tener que hacer un buen trabajo como el de los demás operadores de cámara, pero sobre algo tan extraño para mí como es la fotografía o videografía de naturaleza, de animales. Sin embargo, creo que mi paso por la Facultad de Comunicación y en especial el proyecto final de carrera me preparó para poder enfrentar ese desafío.
Durante la carrera aprendí las distintas formas de hacer storytelling y creo que esa visión integral es clave para estar preparada para cualquier tarea que se te ponga en frente. En particular, este proyecto me recordó la época de mi tesis, que fue un momento decisivo y que me hizo crecer mucho a nivel profesional, en habilidades, en herramientas que llevo conmigo hasta el día de hoy.
¿Qué balance hacés de la experiencia? ¿Qué aprendizajes o ganancias te quedaron?
De esta experiencia me llevo principalmente dos cosas. Por un lado, todo lo que aprendí sobre los tiburones y rayas acá en Uruguay, creo que a nivel general la población tiene poca información sobre esto. A su vez, conocí a muchos jóvenes biólogos que me enseñaron sobre sus áreas de interés. A bordo está Grant, un ornitólogo —biólogo especializado en zoología y que ahonda en el estudio de los pájaros— que me contaba sobre la gran cantidad de especies que existen y cuáles eran autóctonas en donde estábamos. También, en lo que hace al desarrollo de mis habilidades audiovisuales, me sorprendí a mí misma por poder meterme en un mundo cuasi desconocido.
Además, me quedo con la cantidad de personas que conocí. La oportunidad de aprender de otros filmmakers de otras partes del mundo, sus formas de pensar y trabajar, culturas y tradiciones; todo esto que se fue dando en ambas experiencias. A nivel más personal, me llevo amigos de todas las edades con los que viví una experiencia que yo considero pasa una vez en la vida.