Cimarrona y futura abogada
6:00 a. m. Las Cimarronas comienzan su entrenamiento en el campo deportivo Los Ceibos. Luego, algunas entran a clases y otras a trabajar. Constance Schmidt-Liermann sale un poco antes de terminar la práctica para llegar en hora a clases en la Facultad de Derecho (FDER) de la UM. La arquera de la selección uruguaya de hockey cursa 3º de Abogacía y hace unos días volvió de Hiroshima, donde el equipo celeste compitió en el Hockey Series Final. Es viernes y acaba de salir de un examen. En período de mucho estudio y con la mirada puesta en los Juegos Panamericanos de Lima, contó en una entrevista sobre su trayectoria como jugadora de hockey y universitaria.
Cuando era niña vivió en Tacuarembó. “Mi padre siempre fue deportista. Desde chicos nos inculcó el deporte y nos llevaba con mis hermanos a jugar”, recuerda. Luego, regresaron a Montevideo y comenzó a estudiar en el St. Patrick´s College, en donde tenía clases de hockey. A los 16 años, jugaba como lateral en el equipo de su colegio. Sin embargo, sus entrenadores descubrieron su talento en otro rol. “Connie, si te metés como golera, vas a jugar en la selección”, le dijeron.
La estudiante de FDER contó que en ese momento no se le pasaba por la cabeza ser golera o jugar en la selección uruguaya de hockey. Durante todo un año, sus entrenadores le repitieron lo mismo, pero siguió diciendo que no. «Me dejaron de insistir y dije: “Bueno, tengo ganas de ser golera”. Probé y, después de eso, nunca más me sacaron del arco», contó sonriendo. Ese mismo año, en 2014, viajó para competir con las formativas para la selección sub 16 y, al año siguiente, con la selección sub 18. En ese momento la llamaron para comenzar a entrenar con la selección mayor.
En 2017, se integró como arquera suplente a las Cimarronas y viajó con el equipo a Vancouver, Canadá, y luego a Lancaster, EEUU. En la segunda ciudad atajó medio tiempo durante el partido contra Brasil. Al año siguiente, viajó por primera vez de titular a los Juegos Sudamericanos de Cochabamba, Bolivia, y luego a Chile, donde clasificaron para la competencia de Japón en la que participaron a comienzos de este año. Explicó que, en las competencias internacionales, la selección uruguaya tiene el desafío de jugar contra equipos profesionales que reciben apoyo económico y cuentan con canchas de agua, dos factores con los que las celestes no cuentan y que influyen.
La última competencia internacional fue en Hiroshima este año. El desempeño de las Cimarronas fue impresionante. La alumna de FDER destacó la gran unidad del equipo: “El grupo humano es todo. Estuvimos un mes y no hubo una sola discusión. Todo era alegría. Salías después de un partido en el que te fue mal, llorando, algunas veces tenés bajones en el medio de todo el torneo y siempre hay alguien apoyándote, dándote una mano en todo lo que necesites, tirándote para arriba. Y eso es espectacular”.
Mientras jugaban en Japón, su familia se levantaba a las 4:00 de la mañana para verla. “Siempre me apoyan, siempre me tiran para adelante. Están súper orgullosos. También es difícil no estar casi nunca en casa”, contó. Al igual que en cualquier deporte, aseguró que el hockey le dio valores que la ayudan a seguir adelante a pesar de la exigencia de cada jornada: “El compromiso, la confianza, el no darte por vencida y, sobre todo, el trabajo en equipo”.
Después de las prácticas de la mañana, las Cimarronas regresan cada día a las 20:30 para seguir con el entrenamiento hasta la noche. La golera de la selección celeste contó que además juega con su equipo, St. Patrick´s, con el que entrena los jueves y tiene partidos los fines de semana. El año pasado trabajaba como profesora de hockey en un colegio. Este año tuvo que dejarlo porque la carrera le exigía más, pero sigue como entrenadora de arqueras en su equipo. Sobre el rol de golera, dijo: “Tenés que ser muy fuerte de cabeza, porque es a vos a quien te meten los goles. Sos vos la que vas a ir a buscar la bocha adentro del arco para empezar de nuevo”.
A la pregunta sobre hacia dónde perfilar su carrera, contestó en seguida, sin dudarlo: “Derecho ambiental”. Sobre esa decisión, menciona los años en los que vivió en el campo en Tacuarembó, el hecho de que su padre sea Ingeniero Agrónomo, que siempre le gustó cuidar del medio ambiente y que es un tema esencial en todo el mundo. Combinar la vida de universitaria con la de jugadora profesional no es fácil. De cualquier forma, asegura que vale la pena. “Me gusta la carrea e intento disfrutarla. A veces te vienen bajones, pero si te gusta, y si te apasiona el deporte —porque nosotras lo hacemos por amor— se puede. A tu ritmo, pero se puede”.
Crédito imágenes: web de la FIH Series Finals.