Natalia Rudeli
Cuando era niña y pasaba por al lado de un edificio que se estaba construyendo soñaba con ser obrera. “Me encantaba la gente que podía levantar un edificio, para mí era como mágico”. Dudó entre Arquitectura e Ingeniería, pero finalmente se decidió por la segunda. “Me pareció que me iba a abrir muchas puertas. Sabía que no iba a ser fácil, pero soy una persona de muchos desafíos, cuanto más difícil es, mejor”.
Cuando Natalia Rudeli decidió comenzar la carrera de Ingeniería, se presentó a una beca que surgió en la UM por un aniversario, pero se inscribió también a otra universidad, porque sabía que sin la beca no podría estudiar en la UM. En febrero la llamaron para decirle que la había ganado.
“Buscando es como se consiguen las cosas”, afirma. Y gracias a este espíritu, consiguió no solo una beca para estudiar Ingeniería en la UM —que luego lograr mantener durante toda la carrera— sino también otra para estudiar la Maestría en Investigación Aplicada en Ingeniería y, recientemente, una beca de Santander Universidades para cursar un Doctorado en Ingeniería en TECNUN, la Escuela de Ingenieros de la Universidad de Navarra, ubicada en San Sebastián.
Hoy trabaja en la Agencia Nacional de Vivienda (ANV) y además da clases en la FIUM. Gracias a su tarea como docente, pudo aplicar para la beca de Santander Universidades, ya que es para jóvenes profesores investigadores.
Estudiaste en la FIUM y ahora das clases ahí…
Sí, es como una familia. Siempre hay alguien para ayudarte o escucharte. Es como estudiar en tu casa. Yo mientras hacía la carrera estudiaba todo el día en la UM. Si tenía clase de tarde me iba bien temprano de mañana. Pasaba diez o doce horas en la facultad.
¿Cómo surgió la posibilidad de comenzar a trabajar en la ANV?
Después de terminar la carrera, empecé a trabajar en una constructora que trabajaba para la ANV. Después de eso, hubo un llamado en la agencia, me anoté y quedé. Es un lugar fantástico para trabajar.
¿A qué te dedicas en la ANV y qué es lo que más te gusta de tu trabajo?
Estudio los proyectos de cooperativas de viviendas. Las cooperativas presentan sus proyectos para que los aprueben y nosotros damos un visado de calidad de que ese proyecto, al que se le está dando un préstamo, que asegura que se va a poder construir y va a funcionar bien. Además de eso, cumplo otras tareas. Me encanta mi trabajo porque interactúo con personas todo el tiempo, veo de a 40 o 50 proyectos cada tres meses y estoy en contacto con muchos otros ingenieros.
¿Por qué decidiste hacer un doctorado y cómo fue el proceso?
Después de terminar la carrera, empecé la Maestría en Investigación Aplicada en Ingeniería en la UM, la terminé y, aunque trabajo, quería utilizar el tiempo libre que tenía. En la UM me propusieron hacer un doctorado en TECNUN —en el que podía revalidar las materias que había cursado en la maestría— pero no me quería ir a España porque me gusta mucho mi trabajo. Hablé con Adrián, que había sido mi tutor del proyecto final de la carrera y de la maestría, y se lo dije. TECNUN me dejó hacerlo a distancia con la condición de que publicara un paper. Finalmente, lo empecé en 2015 desde Uruguay.
Durante la entrega de la beca contaste que el fin de tu investigación es lograr reducir los tiempos de las construcciones de las cooperativas de viviendas…
Sí, como trabajo en la agencia tengo muchos datos sobre por qué las obras de cooperativas se demoran, pero la idea es poder replicar eso en cualquier obra. El objetivo es acortar los tiempos de obra o, por lo menos, predecir cómo se van a desviar las obras para poder tomar las medidas antes de que las cosas pasen. La idea es poder ver, antes de que el propietario quede desfinanciado, cómo se podrían solucionar los problemas que demoraran la obra.
¿Cuáles son las principales razones por las cuales una obra se demora?
En Uruguay hay dos cosas que afectan mucho: por un lado la mano de obra y la gestión de la obra, y por otro, cómo se preparan los cronogramas de las obras, que se calculan de una forma que al final no se cumple. Entonces, por una parte, hay que lograr que los cronogramas sean realistas y también gestionar bien desde el principio, previendo los problemas, que es algo que no se suele hacer. Somos como una máquina de apagar incendios en vez de prever y planificar bien desde el principio.
En tu trayectoria laboral hasta ahora, ¿sentiste que podías superar los desafíos que se presentaban con la formación que recibiste en la UM?
En la UM aprendí muchas cosas prácticas y técnicas pero una de las mayores herramientas que te da esta universidad es el aprendizaje de relaciones con los demás y gestión humana. Un egresado de la FIUM sale pronto para enfrentarse a un montón de problemas y para poner la cara cuando sea necesario. Sale preparado para hablarle al mundo sin tener vergüenza. Esto no se enseña en una materia específica, sino que en toda la formación de la UM adquirís mucho de gestión humana. Salís con una herramienta que es un diferencial en el mundo laboral. Estás en una reunión con otros ingenieros y sobresalís. Es algo muy bueno porque no todo es técnico en la vida ni se trata de calcular todo el tiempo.
¿Cómo ha sido tu experiencia cómo profesora?
Empecé a dar clases en la UM cuando estaba en segundo de facultad. Es muy gratificante, porque siento que devuelvo un poco de todo lo que me dieron. A los chicos que entran, cada vez les cuesta más ver que a veces pierden un examen. Mientras estudiaba tenía un profesor que siempre nos decía: “Mejor perder un examen a que se te caiga un edificio”. La facultad es el momento para aprender y equivocarse.
Después del doctorado, ¿tenés algún proyecto?
Espero terminar el doctorado y que no me den más ganas de seguir estudiando... Me encanta la investigación porque te nutre de muchas cosas, por el tema que elegís, y es una especie de creación propia. Después del doctorado quiero seguir dando clases. Es algo que me encanta y la UM siempre me abrió las puertas para eso.